La falta de lluvias, las olas de calor, y el impacto en los cultivos son una realidad que debe ser afrontada de inmediato, reconocen organismos internacionales
El cambio climático amenaza la producción global de alimentos y contribuye a la inflación de los precios de los productos básicos, siendo los países de renta baja y en desarrollo los más afectados, debido a que las condiciones meteorológicas extremas provocan interrupciones a corto plazo en las cosechas, y cambios a largo plazo en las condiciones regionales de cultivo.
Los precios de las materias primas agrícolas se han disparado en todo el mundo, pero los costos reales no se distribuyen de forma equitativa: los países en desarrollo y de renta baja son los más afectados y los que más sufren. Es más: a medida que la inflación, las interrupciones de la cadena de suministro y la guerra en Ucrania ejercen presión sobre los mecanismos que impulsan el sistema alimentario mundial, casi 200 millones de personas que ya padecen inseguridad alimentaria en todo el mundo ven complicarse su situación, ante lo cual los gobiernos y las organizaciones internacionales deben dar un paso al frente para protegerlos y evitar que la situación empeore, según dice una publicación del Foro Económico Mundial (WEF por sus siglas en inglés).
Y es que hay una realidad innegable: el cambio climático ya amenaza la producción de alimentos en general. Los productos agroalimentarios se producen y comercializan a gran escala, sin embargo, su producción se concentra en zonas geográficas clave. Las condiciones meteorológicas extremas durante los períodos críticos de la temporada de cultivo causan trastornos de gran alcance y el cambio climático aumenta la frecuencia y la gravedad de los fenómenos meteorológicos extremos.
Arroces
Un claro ejemplo fue la decisión de la India, la semana pasada, de cerrar la exportación de algunos tipos de arroz, debido a que el comienzo tardío de las lluvias monzónicas estacionales perjudicó las cosechas y despertó temores de un déficit de producción.
La llegada tardía del monzón provocó un gran déficit de lluvias hasta mediados de junio. Y aunque las fuertes precipitaciones caídas desde la última semana de junio han paliado el déficit, también han causado importantes daños a los cultivos.
“Con el fin de garantizar una disponibilidad adecuada de arroz blanco no basmati en el mercado indio y mitigar la suba de los precios en el mercado nacional, el gobierno de India modificó la política de exportación de la variedad mencionada”, indicó un comunicado del gobierno.
Los precios del arroz al por menor han subido un 11,5% en el último año y un 3% en el último mes, añadió.
La India representa más del 40% de las exportaciones mundiales de arroz, pero los bajos inventarios hacen que cualquier recorte en los envíos (o en este caso el cierre de las exportaciones) eleve más los precios de los alimentos, que hace meses ya que se mantienen altos por la guerra en Ucrania y la irregularidad del clima.
Modificaciones
En el corto plazo, el aumento de los precios de los alimentos obliga a las familias a recortar fondos destinados a educación, electricidad y otras necesidades básicas. En el largo plazo, las regiones de cultivo de los principales productos básicos se desplazarán, amenazando el sustento de los agricultores y de comunidades enteras. La combinación de estas tendencias puede llevar a una creciente conflictividad social, especialmente en las economías emergentes.
En contra de la idea común, muchos de estos cambios a largo plazo ya se han producido, por ejemplo en la cadena de suministro del café: el elevado riesgo térmico durante la temporada de maduración de los granos de café explica su bajo rendimiento y calidad, provocando volatilidad en los mercados del café. Algo que ya se ha producido en la mayoría de las regiones cafeteras de Brasil.
De hecho, si se observa cualquier región agrícola del mundo, aparece al menos un riesgo meteorológico extremo que afecta a los cultivos que allí se producen y se observa que los cambios ya se han producido o se producirán a corto plazo.
Estrategias
Pero algunos organismos ya están poniendo manos a la obra.
Por ejemplo, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ya puso en marcha un plan de acción diseñado para apoyar la ejecución de su Estrategia sobre el cambio climático para 2022-2031.
La Estrategia, que recibió la aprobación del Consejo de la FAO (órgano ejecutivo) en junio de 2022, contempla sistemas agroalimentarios sostenibles, inclusivos, resilientes y adaptables al cambio climático.
El organismo señala que además de ser una de las principales víctimas del cambio climático, los sistemas agroalimentarios mundiales, incluidas la producción de alimentos y de productos agrícolas no alimentarios, así como su almacenamiento, transporte, elaboración, distribución, comercialización, disposición y consumo, son responsables de aproximadamente un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero.
El objetivo de la Estrategia es aumentar la visibilidad y utilización de las posibles soluciones, así como la inversión en ellas, y contribuir a economías con bajas emisiones, adaptables y resilientes, proporcionando al mismo tiempo “alimentos suficientes, inocuos y nutritivos para dietas saludables, así como otros productos y servicios agrícolas, para las generaciones presentes y futuras, sin dejar a nadie atrás”.
Sobre todo, en la Estrategia se reconoce que “el momento de actuar es ahora”.
Pilares
El plan de acción se funda en tres pilares: promoción a escala mundial y regional, apoyo normativo a escala nacional, y ampliación de la acción por el clima sobre el terreno con los agentes locales y los grupos de población vulnerables.
“La Estrategia de la FAO sobre el cambio climático es nuestra respuesta al desafío mundial de combatir los efectos de la crisis climática y pretende abordar una gran variedad de desafíos interrelacionados como son, entre otros, la pérdida de biodiversidad, la desertificación, la degradación de la tierra y del medio ambiente y la necesidad de fomentar el uso de energías renovables accesibles y asequibles, así como la seguridad alimentaria e hídrica”, señaló QU Dongyu, Director General de la FAO.
El plan de acción establece una serie de objetivos concretos para cada uno de los logros y pilares de la Estrategia y abarca el período 2022‑25, lo que permite realizar un examen de su ejecución a mitad de período.